Análisis crítico del concepto de vino en la UE y denuncia del empleo de sacarosa en vinificación.

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La Parte II del Anexo VII del Reglamento UE 1308/2013, vigente, define 17 categorías de productos vitícolas, que comprenden el vino, como categoría 1).

El texto de la categoría 1) Vino, dice:

Se entenderá por vino el producto obtenido exclusivamente por fermentación alcohólica total o parcial de la uva fresca, estrujada o no, o del mosto de uva”.

Esta definición, que coincide con el concepto tradicional europeo de vino, excluye de forma taxativa de la categoría 1) la fermentación de cualquier otra materia prima distinta de la uva o del mosto de uva, y en consecuencia descarta la fermentación de la sacarosa, ya sea de remolacha o de caña.

Sin embargo, después de ese primer párrafo que define el vino, dice:

“El vino debe tener:

a) tanto si se han efectuado las operaciones señaladas en la Sección B de la Parte I del Anexo VIII como si no, un grado alcohólico adquirido no inferior a 8,5% vol., cuando proceda exclusivamente de uva cosechada en las zonas vitícolas A y B, a que se refiere el apéndice I del presente Anexo, y no inferior al 9% vol. en las restantes zonas vitícolas”.

La citada Sección B de la Parte I del Anexo VIII, establece las operaciones autorizadas para aumentar el grado alcohólico natural de la uva fresca, del mosto de uva parcialmente fermentado y del vino nuevo, que son: la adición de sacarosa, la de mosto de uva concentrado (m.c.) o de mosto de uva concentrado rectificado (m.c.r.); si se trata del mosto de uva se incluye además la ósmosis inversa, y en el caso de vino la concentración parcial por frío.

Es evidente que dicho párrafo a), unido a la sección B, en cuanto se refiere a la autorización de la sacarosa, es totalmente incompatible con la definición de vino citada.

Si a un mosto ó a un vino nuevo se añade sacarosa para que por fermentación aumente su grado alcohólico natural, según la autorización del apartado a) y de la Sección B, el producto resultante no puede considerarse como vino, según la definición de la    categoría 1).

Esto lo avala la definición de mosto de uva de la categoría 10), que es “el producto líquido obtenido de la uva fresca de manera natural o mediante procedimientos físicos”, que tambien descarta la adición de sacarosa.

El citado párrafo a) impone límites mínimos de grado alcohólico adquirido, según la zona vitícola, que cuando es superior al grado alcohólico natural, puede lograrse mediante las diferentes operaciones a que se refiere la sección B, que comprende procedimientos de muy diversa naturaleza, tanto de carácter físico, como la ósmosis inversa en el mosto, o la concentración parcial por frío en el vino, como las de adición de m.c. o de m.c.r. -perfectamente compatibles con la citada definición de vino- y además la adición de sacarosa que es contradictoria e incompatible con la propia definición de vino.

Como el apartado a) es de carácter general y de obligado cumplimiento para los productos de la categoría 1), podría interpretarse que forma parte de la definición, pero es imposible por  manifiesta incompatibilidad de la sección B.

Como no es admisible que una misma definición contenga elementos contradictorios, cabe interpretar que se trata de dos conceptos diferentes de vino, el elaborado exclusivamente por fermentación de la uva o de su mosto, con posible empleo de los procedimientos físicos citados y de la adición de m.c. o de m.c.r., y otro obtenido por fermentación del mosto de uva con sacarosa añadida.

La PARTE II del Anexo VII reconoce otras 16 categorías de productos vitícolas, que no cumplen los requisitos de la definición de vino.

Por ejemplo el vino de licor incluído en la categoría 3), se define como elaborado a partir de mosto o de vino con adición de alcohol que, aunque sea de vino, es una práctica no compatible con la definición de la categoría 1).

Asimismo, en la categoría 4) figura el vino espumoso, obtenido mediante una segunda fermentación alcohólica en envase cerrado del licor de tiraje, compuesto del vino base con adición de sacarosa, que consecuentemente está excluido de la categoría 1).

La consideración del Jerez, del Porto o del Marsala, como productos vitícolas de la categoría 3), o la del Champagne, Cava y Asti Spumanti, como productos vitícolas de la categoría 4), no han provocado protestas de las zonas de producción respectivas o de las bodegas elaboradoras, ni ha producido el “rasgado de vestiduras” de las afamadas marcas de tales productos.

Tambien pertenecen a categorías diferentes de la 1), el vino de aguja 8), el vino de uva pasificada 15) y el vino de uva sobremadurada 16).

Pero en todos los casos, únicamente pueden comercializarse como vino los productos de la categoría 1).

Resulta evidente, para conseguir que el párrafo a) sea coherente con la definición de vino, la necesidad de eliminar la sacarosa de los procedimientos que autoriza la Sección B de la Parte I del Anexo VIII.

Si la legislación comunitaria sigue permitiendo la chaptalización, aunque sea en los límites establecidos –operación que viene practicándose desde hace dos siglos en varios países concretos de Europa Central- sería lógico y necesario, por razón de coherencia con la definición de vino, relegar esta práctica a una nueva categoría de productos vitícolas denominada “vino chaptalizado” o “producto vitícola elaborado parcialmente con sacarosa”, etc. con su correcta denominación de venta para que el consumidor, a través de la etiqueta, conozca la verdadera naturaleza y modo de elaboración del producto que compra.

Para buscar esta compatibilidad no sería admisible ni leal pasar la actual definición de vino por la guillotina, dejándola en algo así como: “se entenderá por vino el producto obtenido por fermentación de la uva o del mosto de uva, con posible adición de azúcar de remolacha o de caña”. Tal forma de proceder constituiría una falsedad con todos los agravantes.

De otro lado no parece coherente imponer un mínimo de grado alcohólico adquirido (¿adquirido cómo?), que carece de significado en cuanto a la calidad y caracteres originales del producto; sería más lógico que, siendo la uva fresca (punto 4 del Anexo II de este Reglamento) “el fruto de la vid utilizado para vinificación, maduro, o incluso ligeramente pasificado …” se estableciera un mínimo de madurez de la uva, es decir del grado alcohólico natural del vino.

En la actualidad parece conveniente abrir el abanico de nuevos vinos de menor graduación y sería más coherente no poner límites mínimos al % vol. adquirido, que estimula la chaptalización, sino al % vol. natural y ampliar opciones de nuevas categorías de productos vitícolas, más adaptados al gusto de jóvenes consumidores, y todo ello con la necesaria transparencia para el etiquetado y el comercio.

Respecto de este Reglamento, surgen tambien otros comentarios:

El artículo 79.2. de este Reglamento, al tratar de las prácticas enológicas dice que: “la Comisión tendrá en cuenta la necesidad de no alterar las características intrínsecas del producto y evitar la disminución de su calidad”. Es evidente que el uso de la sacarosa modifica las características intrínsecas del vino y que  disminuye su calidad, no solo porque aumenta de forma artificial su graduación alcohólica, sino porque además produce un desequilibrio de los componentes naturales del vino, procedentes de la fotosíntesis de la vid, de los que carece el azúcar de remolacha, que invita a las bodegas a corregirlo con prácticas no autorizadas.

Según el artículo 90 se podrían importar en la UE vinos chaptalizados de terceros países, por reciprocidad con esta práctica permitida en la UE, con el consiguiente perjuicio para la economía vitivinícola europea, y especialmente de los países que no chaptalizan.

De otro lado el artículo 92 se refiere a los derechos legítimos de los consumidores y productores; nos parece que el empleo de sacarosa en vinificación no constituye un derecho legítimo de las bodegas, pero el consumidor sí tiene el derecho legítimo de conocer, a través del etiquetado, la naturaleza de los productos que adquiere.

A la vista de esta ambigüedad del concepto de vino, que no es casual sino causal, cabría preguntarse a qué concepto se refieren los organismos y asociaciones que utilizan el término vino en el propio nombre de la institución, si a la definición auténtica o a la que autoriza el empleo de sacarosa.

Respecto de la O.I.V. (Organización Internacional de la Viña y del Vino) ya sabemos que fue la precursora en autorizar la chaptalización, pero las Resoluciones de la 0.I.V. no eran vinculantes para los países miembros, pero al transmitirse a la Unión Europea en el bloque de prácticas enológicas autorizadas, resulta que tales productos chaptalizados son de libre circulación, incluso en los países miembros que no chaptalizan.

En cuanto a la Asociación Internacional de Juristas del Derecho de la Vid y del Vino (AIDV) que en teoría, por su nombre, podría poner orden en este tema plenamente jurídico, no esperamos reacción alguna, pues actúa solo bajo las directrices de la O.I.V.

En cuanto a las instituciones españolas como la OIVE (Organización Interprofesional del Vino de España) y la FEV (Federación Española del Vino) que tratan exclusivamente de vinos españoles, partimos de la idea de que se refieren únicamente a la definición estricta de la categoría 1), aunque echamos de menos el rechazo firme del uso de la sacarosa en vinificación, tanto en foros nacionales como internacionales de los que forma parte.

En otros casos como la Plataforma para la Tecnología del Vino ó de la Fundación para la Cultura del Vino, sería conveniente que se definieran al respecto y evitar todo tipo de confusión, para que sus importantes actividades no incluyan los vinos que se elaboran parcialmente con sacarosa, ni repercutan en ellos las inversiones I + D, ni la difusión de la cultura, pues la chaptalización debe considerarse como la contracultura del vino.

La misma pregunta podría hacerse en relación con otras instituciones, como la Comisión del Vino, de la Real Academia de Gastronomía, que aún no se ha definido sobre este tema fundamental, cuando sería conveniente hacer una campaña de información sobre esta cuestión, dirigida a los restaurantes españoles y a los sufridos clientes, que a través del etiquetado no pueden conocer la verdadera naturaleza de los productos comercializados como vino.

Tambien lamentamos que la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino no se muestre abierta a la divulgación de artículos firmados que denuncian esta práctica de la chaptalización, que afecta tan gravemente a la vitivinicultura española, incurriendo en el complot de silencio sobre la chaptalización que caracteriza a los medios de comunicación de los países europeos que la practican.

En esta misma línea tambien nos gustaría conocer la opinión del Instituto del Master of Wine de Londres sobre los antiguos british sherry, y si reconoce como vino los british wine o si acepta la sacarosa en vinificación, etc.

Hay prestigiosos enólogos, catadores, periodistas, críticos gastronómicos y profesionales del vino, que por un falso respeto a la viticultura francesa o alemana, no reconocen este escándalo de los vinos chaptalizados, que se comercializan como vino, con el consiguiente engaño al consumidor y la competencia ilícita en el mercado. Precisamente nuestro respeto por los vinos legítimos y la auténtica viticultura de estos países, a veces heroica, nos exige una actitud de firmeza contra la chaptalización, que se difunde de forma alarmante por el mundo vitícola.

La chaptalización puede considerarse como el cáncer de la viticultura, que avanza en silencio, sin provocar la reacción de las defensas naturales del tejido social y económico de la vid, que son las asociaciones de viticultores de las grandes centrales sindicales, las cooperativas y las instituciones del vino, posiblemente inactivas por el dulce narcótico de las pingües ganancias que proporciona la sacarosa en sustitución de la madurez de la uva.

No es preciso recalcar las diferencias existentes entre la vid y la remolacha, desde los puntos de vista botánico, de cultivo, composición de la uva y del tubérculo, etc., pero sí destacar que la remolacha es prácticamente igual en todo el mundo (Brasil, India, Francia, Alemania, …) mientras que la Vitis Vinífera con la riqueza de sus variedades y su gran sensibilidad de reacción ante mínimas diferencias del medio ambiente, junto a las modalidades de cultivo y elaboración, da lugar a una gran constelación de vinos. Por esta razón el vino es pionero en su identificación con nombres geográficos, con la creación de un importante acervo jurídico para el reconocimiento y la protección de las DOP e IGP.

Debemos cuestionar por qué la Comisión Europea mantiene de forma contumaz esta corrupción del uso de sacarosa en vinificación, que es un atentado contra la legitimidad de la viticultura y la autenticidad y pureza del vino, anteponiendo los intereses puramente mercantiles de las bodegas y comarcas que lo practican, en vez de poner en valor las prácticas culturales dirigidas a conseguir la madurez natural de la uva o concentrar los azúcares en la uva, o la adición de mostos concentrados ó de m.c.r.

Esperamos que la Administración española, a la vista de los argumentos que se exponen, y ante la gravedad del problema, plantee a la Comisión Europea la necesidad de revisión de la autorización de empleo de la sacarosa en vinificación y que además,  de forma urgente, se proceda a clasificar los vinos elaborados parcialmente con sacarosa en la categoría de productos vitícolas que les corresponde, distinta de la categoría 1) vinos.

 Artículo publicado en La Semana Vitiminícola Abril, 2018

 

Gabriel Yravedra
Dr. Ingeniero Agrónomo

 

 

Texte réduit de l´article :

Analyse critique du concept du vin dans l´U.E. et denonciation de l´emploi de saccharose dans la vinification

La Partie II de l’Annexe VII du Règlement UE 1308/2013, en vigueur, définit 17 catégories de produits viticoles, qui incluent le vin, comme catégorie 1).

Le texte de la catégorie 1) Vin, indique :

“On entend par "vin", le produit obtenu exclusivement par la fermentation alcoolique, totale ou partielle, de raisins frais, foulés ou non, ou de moûts de raisins”.

Cette définition, qui coïncide avec le concept traditionnel européen de vin, exclut de manière stricte de la catégorie 1) la fermentation de toute autre matière première distincte du raisin ou du moût de raisin, et rejette en conséquence la fermentation du saccharose, qu’il soit de betterave ou de canne.

Toutefois, après ce premier paragraphe qui définit le vin, il indique :

“Le vin:


a) a, après les opérations éventuelles mentionnées à l'annexe VIII, partie I, section B, un titre alcoométrique acquis non inférieur à 8,5 % vol., pourvu que ce vin soit issu exclusivement de raisins récoltés dans les zones viticoles A et B visées à l'appendice I de la présente annexe, et non inférieur à 9 % vol. pour les autres zones viticoles.”

La Section B de la Partie I de l’Annexe VIII en question, établit les opérations autorisées pour augmenter le degré d’alcool naturel du raisin frais, du moût de raisin partiellement fermenté et du vin nouveau, qui sont : l’ajout de saccharose, de moût de raisin concentré (m.c.) ou de moût de raisin concentré rectifié (m.c.r.) ; s’il s’agit du moût de raisin on inclut de plus l’osmose inverse et, dans le cas du vin, la concentration partielle par le froid.

Il est évident que ce paragraphe a), uni à la section B, dans sa référence à l’autorisation du saccharose, est totalement incompatible avec la définition du vin en question.

Si on ajoute à un moût ou à un vin nouveau du saccharose pour faire augmenter par fermentation son degré d’alcool naturel, suivant l’autorisation du paragraphe a) et de la Section B, le produit résultant ne peut être considérée comme vin, selon la définition de la catégorie 1).

Ceci est justifié par la définition de moût de raisin de la catégorie 10), qui est “le produit liquide obtenu du raisin frais de manière naturelle ou par le biais de procédés physiques”, qui rejette également l’ajout de saccharose.

Le paragraphe a) en question impose des limites minimales de degré d’alcool acquis, en fonction de la zone viticole, qui s’il est supérieur au degré d’alcool naturel, peut être obtenu en réalisant les différentes opérations auxquelles se réfère la section B, qui comprend des procédés de nature très diverse, aussi bien de caractère physique, comme l’osmose inverse pour le moût, ou la concentration partielle par le froid pour le vin, que celles d’ajout de m.c. ou de m.c.r. -parfaitement compatibles avec la définition de vin citée- et de plus l’ajout de saccharose qui est contradictoire et incompatible avec la propre définition du vin.

Comme le paragraphe a) est de caractère général et obligatoire pour les produits de la catégorie 1), il pourrait être interprété comme faisant partie de la définition, mais cela est impossible en raison de l’incompatibilité évidente avec la section B.

Comme il est inadmissible qu’une même définition contienne des éléments contradictoires, il est possible d’interpréter qu’il s’agit de deux concepts différents de vin, celui élaboré exclusivement par fermentation du raisin ou de son moût, avec une éventuelle utilisation des procédés physiques cités et de l’ajout de m.c. ou de m.c.r., et un autre obtenu par fermentation du moût de raisin avec du saccharose ajouté.

La PARTIE II de l’Annexe VII reconnaît 16 catégories de produits viticoles supplémentaires, qui ne respectent pas les conditions requises de la définition de vin.

Par exemple, le vin de liqueur inclus dans la catégorie 3), est défini comme élaboré à partir de moût ou de vin avec ajout d’alcool qui, bien qu’il soit de vin, est une pratique non-compatible avec la définition de la catégorie 1).

Par ailleurs, dans la catégorie 4) figure le vin mousseux, obtenu moyennant une seconde fermentation alcoolique dans un récipient fermé de la liqueur de tirage, composé du vin de base avec ajout de saccharose, qui par conséquent est exclu de la catégorie 1).

La considération du Jerez, du Porto ou du Marsala, comme produits viticoles de la catégorie 3), ou celle du Champagne, Cava et Asti Spumanti, comme produits viticoles de la catégorie 4), n’ont provoqué aucune protestation des zones de production respectives ou des caves d’élaboration, ni l’indignation des fameuses marques de ces produits.

Le vin pétillant 8), le vin de raisins secs 15) et le vin de raisins surmûris 16) appartiennent également à des catégories différentes de la 1)

Toutefois, dans tous les cas, les produits de la catégorie 1) uniquement peuvent être commercialisés comme vin.

Pour que le paragraphe a) soit cohérent avec la définition de vin, il est évident qu’il faut éliminer le saccharose des procédés autorisés à la Section B de la Partie I de l’Annexe VIII.

Si la législation communautaire continue de permettre la chaptalisation, même dans les limites établies – une opération qui est pratiquée depuis deux siècles dans plusieurs pays concrets d’Europe Centrale- il serait logique et nécessaire, pour une raison de cohérence avec la définition de vin, de reléguer cette pratique à une nouvelle catégorie de produits viticoles dénommée “vin chaptalisé” ou “produit viticole élaboré partiellement avec du saccharose”, etc. avec sa correcte dénomination de vente pour que le consommateur, à travers l’étiquette, connaisse la véritable nature et le mode d’élaboration du produit qu’il achète.

Afin d’obtenir cette compatibilité, il ne serait ni admissible ni loyal de faire passer la définition actuelle de vin par la guillotine, en la modifiant de cette manière : “on considérera comme vin le produit obtenu par fermentation du raisin ou du moût de raisin, avec un éventuel ajout de sucre de betterave ou de canne”. Une telle façon de procéder constituerait une fausseté avec toutes les circonstances aggravantes.

D’un autre côté, il ne semble pas cohérent d’imposer un minimum de degré d’alcool acquis (acquis comment ?), qui manque de sens quant à la qualité et caractères originaux du produit. Il serait plus logique, le raisin frais étant (point 4 de l’Annexe II de ce Règlement) “le fruit de la vigne utilisé pour la vinification, mûr, ou même légèrement sec …” d’établir un minimum de mûrissement du raisin, c’est-à-dire du degré d’alcool naturel du vin.

Il semble actuellement judicieux d’élargir l’éventail de nouveaux vins de moindre teneur en alcool, et il serait plus cohérent de ne pas fixer de limites minimales au % vol. acquis, ce qui encourage la chaptalisation, mais plutôt au % vol. naturel, et d’augmenter les options de nouvelles catégories de produits viticoles, plus adaptés au goût des jeunes consommateurs, et tout cela avec la transparence nécessaire pour l’étiquetage et le commerce.

Concernant ce Règlement, les commentaires suivants peuvent également être réalisés :

L’article 79.2. de ce Règlement, en traitant des pratiques œnologiques, indique que : “la Commission tiendra compte du besoin de ne pas modifier les qualités intrinsèques du produit et d’éviter de diminuer sa qualité”. Il est évident que l’utilisation du saccharose modifie les caractéristiques intrinsèques du vin et qu’elle diminue sa qualité, non seulement parce qu’elle fait augmenter de manière artificielle sa teneur en alcool, mais aussi car elle produit en outre un déséquilibre des composants naturels du vin, issus de la photosynthèse de la vigne, qui n’éxistent pas au sucre de betterave, ce qui incite les caves à le corriger par le biais de pratiques non-autorisées.

Selon l’article 90, des vins chaptalisés de pays tiers pourraient être importés dans l’UE, en réciprocité avec cette pratique permise dans l’UE, avec le préjudice résultant pour l’économie vitivinicole européenne, et spécialement pour les pays qui ne pratiquent pas la chaptalisation.

De l’autre côté, l’article 92 se réfère aux droits légitimes des consommateurs et des producteurs. Il nous semble que l’emploi de saccharose pour la vinification ne constitue pas un droit légitime des caves, mais que le consommateur a le droit légitime de connaître, à travers l’étiquetage, la nature des produits qu’il achète.

Il n’est pas nécessaire de souligner les différences existantes entre la vigne et la betterave, du point de vue botanique, de la culture, de la composition du raisin et du tubercule, etc., mais bien de faire remarquer que la betterave est pratiquement la même dans le monde entier (Brésil, Inde, France, Allemagne, …), tandis que la Vigne vinifère, avec la richesse de ses variétés et sa grande sensibilité de réaction face aux moindres différences de l’environnement, à côté des méthodes de culture et d’élaboration, donne lieu à une grande constellation de vins. Pour cette raison, le vin est pionnier dans son identification avec des noms géographiques, avec la création d’un important patrimoine juridique pour la reconnaissance et la protection des AOP et IGP.

Nous devons nous demander pourquoi la Commission Européenne permet de manière obstinée cette corruption de l’utilisation de saccharose dans la vinification, qui est un attentat contre la légitimité de la viticulture et l’authenticité et la pureté du vin, en mettant en avant les intérêts purement commerciaux des caves et des régions qui la pratiquent, au lieu de mettre en valeur les pratiques culturelles visant à obtenir le mûrissement naturel du raisin ou la concentration des sucres dans le raisin, ou l’ajout de moûts concentrés ou de m.c.r.

 

 La Semana VitiminícolaAvril, 2018

Gabriel Yravedra
Dr. Ingeniero Agrónomo

 

Reduced text of the article:

Critical analysis of the concept of wine in the EU and denunciation of the use of sucrose in winemaking.

Part II of Annex VII of the EU Regulation 1308/2013, in force, defines 17 categories of wine products, which include wine, as category 1).

The text of category 1) Wine, states:

Wine

"Wine" means the product obtained exclusively from the total or partial alcoholic fermentation of fresh grapes, whether or not crushed, or of grape must.

This definition, which coincides with the traditional European concept of wine, excludes categorically category 1) the fermentation of any other raw material other than grapes or grape must, and consequently rules out the fermentation of sucrose, whether from beet or cane.

However, after that first paragraph that defines wine, it states:

 “Wine shall:

a)have, whether or not following application of the processes specified in Section B of Part I of Annex VIII, an actual alcoholic strength of not less than 8,5 % volume provided that the wine derives exclusively from grapes harvested in wine-growing zones A and B referred to in Appendix I to this Annex, and of not less than 9 % volume in other wine-growing zones”.

The aforementioned Section B of Part I of Annex VIII, establishes the authorized operations for increasing the natural alcoholic strength of fresh grapes, partially fermented grape must and new wine, which are: the addition of sucrose from grape must concentrate (m.c.)or rectified grape must concentrate (r.m.c.); in the case of grape must, reverse osmosis is included, and in the case of wine, partial concentration through cooling.

It is evident that paragraph a), together with section B, as regards the authorization of sucrose, is completely incompatible with the definition of wine cited.

If sucrose is added to a must or a new wine in order that, by fermentation, it increases its natural alcoholic strength, according to the authorization of point a) and Section B, the resulting product cannot be considered wine, according to the definition of category 1).

This is supported by the definition of grape must in category 10), which is “the liquid product obtained from fresh grapes naturally or by physical procedures”, which also rules out the addition of sucrose.

The aforementioned paragraph a) imposes minimum limits of acquired alcoholic strength, according to the viticultural area, which when higher than the natural alcoholic degree, can be achieved through the different operations referred to in section B, which includes procedures of a very different kind, both of a physical nature, such as reverse osmosis in the must, or partial concentration by cooling in the wine, such as the addition of m.c. or of r.m.c. -perfectly compatible with the aforementioned definition of wine- and also the addition of sucrose that is contradictory and incompatible with the very definition of wine.

As paragraph a) is of a general nature and mandatory for products of category 1), it could be interpreted as part of the definition, but this is impossible on account of its manifest incompatibility of section B.


Since it is not permissible for the same definition to contain contradictory elements, it can be interpreted that there are two different concepts of wine: one that consists of production exclusively by fermentation of the grape or its must, with the possible use of the aforementioned physical procedures and the addition of m.c. or r.m.c., and another obtained by fermentation of the grape must with added sucrose.

PART II of Annex VII recognizes another 16 categories of wine products which do not meet the requirements of the definition of wine.

For example, liquor wine included in category 3), is defined as made from must or wine with the addition of alcohol, which, although it is wine, is a practice not compatible with the definition of category 1).

Similarly, category 4) includes sparkling wine, obtained by means of a second alcoholic fermentation in a closed container of the liqueur de tirage, composed of the base wine with the addition of sucrose, which consequently is excluded from category 1).

The consideration of Jerez-Xérès-Sherry, Porto or Marsala, as grapevine products of category 3), or of Champagne, Cava and Asti Spumanti, as grapevine products of category 4), have not provoked protests from the respective production areas or from the processing warehouses, nor has it caused the famous brands of such products to tear their hair out.

Sparkling wine 8), wine from raisined grapes 15) and wine from overripe grapes 16) also belong to different categories of 1),

However, in all cases, only products of category 1) can be marketed as wine.

The need to eliminate sucrose from the procedures authorized by Section B, Part I, Annex VIII, in order to make paragraph a) consistent with the definition of wine, is clear.

If Community legislation still allows chaptalisation, even within the established limits (a method that has been practiced for two centuries in several specific countries of Central Europe), then it would be logical and necessary, for reasons of coherence with the definition of wine, to relegate this practice to a new category of wine products called “chaptalized wine” or “wine product partially made with sucrose”, etc. with its correct sales name so that the consumer, through the label, knows the true nature and production method of the product.

To look for this compatibility it would not be admissible or pair to take the scissors to the current definition of wine, leaving it as something like: "Wine shall be understood as the product obtained by fermentation of the grape or grape must, with the possible addition of beet or cane sugar". Such a procedure would constitute a falsehood with all the aggravating factors.

On the other hand, it does not seem coherent to impose a minimum degree of acquired alcoholic strength (acquired how?), which has no meaning in terms of the product’s quality and original characteristics. Given that fresh grape is (point 4 of Annex II of this Regulation) "the fruit of the vine used for winemaking, ripe, or even slightly dried...", it would be more logical for a minimum grape ripeness to be established, that is, of the wine’s natural alcoholic strength.

At present, it seems appropriate to open the range of new wines with a lower alcohol content and it would be more coherent not to put minimum limits on % vol. acquired, which stimulates chaptalization, but on natural % vol. and expand options for new categories of grapevine products that are more adapted to the tastes of young consumers, and all with the necessary transparency for labelling and trade.

Regarding this Regulation, other comments also arise:

Article 79.2. of this Regulation, when dealing with oenological practices, states that: "The Commission shall take into account the need not to alter the intrinsic characteristics of the product and to avoid the decrease in its quality". Clearly, the use of sucrose modifies the intrinsic characteristics of wine and that it diminishes its quality, not only because it artificially increases its alcohol content, but also because it produces an imbalance of the natural components of the wine created from the photosynthesis of the vine, which sugar beet lacks, and which leads to wineries correcting it with unauthorized practices.

According to article 90, chaptalized wines from third party countries could be imported into the EU, through reciprocity with this practice permitted in the EU, with the resulting damage to the European wine economy, and especially in countries that do not chaptalize.

On the other hand, article 92 refers to the legitimate rights of consumers and producers. The use of sucrose in winemaking does not constitute a legitimate right of the wineries, but the consumer does have the legitimate right to know, through labelling, the nature of the products that he or she acquires.

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It is not necessary to emphasize the differences between the vine and beet, from the botanical, cultivation, grape and tuber composition points of view, etc., but it should be noted that the beet is practically the same throughout the whole world (Brazil, India, France, Germany) while the Vitis Vinifera, with the richness of its varieties and its great sensitivity to react to minimal differences in the environment, together with cultivation and processing methods, gives rise to a great constellation of wines. For this reason, wine is a pioneer in its identification with geographical names, with the creation of an important legal acquis for the recognition and protection of PDOs and PGIs.

We must question why the European Commission stubbornly adheres to this corrupt use of sucrose in winemaking, which is an attack on the legitimacy of viticulture and the authenticity and purity of wine, favouring the purely mercantile interests of wineries and countries who engage in it, instead of valuing cultural practices aimed at achieving the natural maturity of the grape or concentrating sugars in the grape, or the addition of must concentrate or r.m.c.

 

 La Semana VitiminícolaApril 2018
Gabriel Yravedra
Dr. Ingeniero Agrónomo

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