Historia de la vid y del vino
Dando un gran salto en la historia, los pueblos dedicados al comercio, especialmente los fenicios, establecidos en el paÃs de Canaán en el III milenio a.C., fueron extendiendo paulatinamente el vino por la costa mediterránea en sus viajes de cabotaje desde Sidón, Tiro y Biblos.
Según Herodoto los foceos fue un pueblo griego que se instaló en Focea y en localidades próximas del actual golfo de Esmirna en Turquia, desde el siglo VIII a.C.- como lo atestiguan restos de cerámica jónica- que cuando fue conquistado y saqueado su territorio por ejércitos persas y asirios dos siglos después, emigraron a occidente, entablando relaciones comerciales con diferentes tribus y pueblos de las riberas del Mediterraneo, como los tartesos (pueblo de la zona suroeste de la penÃnsula ibérica), comerciando asà como los fenicios, con las riquezas mineras de estas tierras occidentales del Mediterráneo como plata, cobre, estaño, etc..
Los fenicios llevaron la vid y el vino en una primera fase a las islas del Mar Egeo y zonas más próximas del Mediterráneo, y a Egipto, donde la viña se desarrolló en zonas de oasis y el vino se empleó en diferentes ritos (Tebas, Asur, etc.). Las pinturas murales y jeroglÃficos egipcios describen con profusión de detalles la elaboración del vino, desde la vendimia, pisado de la uva, fermentación del mosto y almacenaje y transporte del vino, sin olvidar escenas de abuso de su consumo.
Aunque el comercio se inició con productos de Oriente Medio y de Egipto el vino constituyó una novedad en esta actividad. La escasez de vino, su prestigio y precio hizo que el consumo en una primera etapa se limitase a las clases dirigentes, o vinculado a ritos iniciáticos de distintas sectas y a ritos funerarios. En una segunda fase se aumentó la producción y el consumo y el vino llegó a constituir una parte notable de la actividad comercial.